APRENDER LA soledad cuesta. Porque una siempre quiere regresar a ese 0’01% de momentos buenos que te dio la sociedad y se olvida de su 99’99% de cháchara y baraturía. Por eso hay que trabajar e insistir y no desfallecer. Si quieres ser una solitaria como yo (no hay nadie en Madrid más sola, yo soy la zarina de la intemperie), tienes que decir no: no debo regresar. Aquí seré capaz de crear un mundo, aquí aprenderé a escucharme por dentro, aquí soltaré manadas de palabras, aquí me multiplicaré.