SI ES cierta esa información que está circulando en serie por las redes sociales, aunque sin dar ninguna fuente, según la cual pasar dos horas en silencio regenera las células cerebrales, yo debería tener las células como las de un gatito recién nacido. Y si en vez de dos horas el mínimo fueran ocho, veinticuatro o setenta y dos horas, ídem de ídem. Cuántas veces me ha pasado, cuando voy al súper, al preguntarme la cajera cómo quiero pagar, que le contesto "con tarjeta" y de pronto me siento extraña, pues no es una sorpresa pequeña, después de pasarme tres o cuatro días enteros sin hablar, que haga uso de mis cuerdas vocales ya llenas de polvo y todavía funcionen.