C脫MO DEFENDERSE de la propia intensidad. La soledad no trae paz interior: descubrirlo es de primero de solitario. La cerilla de los que somos demasiado intensos enciende con nada y basta el rumor de una hoja al caerse para que se despierten tus tormentas. Tarde he descubierto, despu茅s de negarlo durante a帽os, que soy un escritor vocacional: era inevitable que acabara solo y era inevitable que mi soledad despertara este mon贸logo incesante. Una vez que cuentas con mon贸logo y crece tu rencor contra los que s铆 saben adaptarse a la sociedad (el ajedrez para dummies, el pat茅tico juego de estrategas que es la sociedad), el paso a la escritura confesional es cuesti贸n de tiempo: de qu茅 otra forma podr铆a resistir los estragos que me causa mi intensidad.