SE DICE en este reportaje (AQU脥) que la masturbaci贸n compulsiva es una adicci贸n sexual que provoca un deterioro de las relaciones sociales. Yo no lo veo as铆: lo que causa el deterioro de las relaciones sociales es salir a la calle lleno de ansiedad y energ铆a descontrolada, nada m谩s levantarte de la cama, sin haberte hecho las dos o tres pajas necesarias. Todos los conflictos verbales que he tenido en los 煤ltimos quince a帽os comienzan del mismo modo: me levanto de la cama y, como voy a llegar tarde a una reuni贸n o bar o cita, salgo de casa sin las masturbaciones de rigor, hecho una bola de fuego, y al llegar al lugar citado me como a la gente, pues nada hay m谩s peligroso que el Batania real, el que se cree la hostia y deja que yo te explico y t煤 te callas que no sabes.
En Lauros la enfermedad sexual la ten铆a bajo control: solo necesitaba masturbarme cinco o seis veces al d铆a porque el resto de la jornada me la pasaba haciendo deporte o desempe帽ando las duras labores de campo, que consegu铆an quemar mi cuerpo. Cuando me refiero a deporte, me refiero a que igual practicaba deporte de competici贸n, a cara de perro, durante cinco o seis horas al d铆a, ¡c贸mo no me iba a masturbar mucho menos!
En cambio en Madrid no hago deporte y la primera consecuencia es que he explotado sexualmente. Masturbarme es la 煤nica manera de darle de comer a mi tigre corporal, la carnaza necesaria para paliar mi ansiedad inextinguible. Pero no es la masturbaci贸n la que me ha llevado a la soledad sino al contrario: la masturbaci贸n ha sido el 煤ltimo clavo ardiendo al que me he aferrado para mitigar mi cuerpo y ser presentable socialmente. Mi soledad tiene que ver mucho m谩s con la literatura y mi constante aumento de lucidez: como en los ratos en que no me masturbo no hago m谩s que leer, me he creado un mundo virtual y plat贸nico que me parece muy superior al mundo de carne y hueso y de ah铆 ya no salgo.