EXISTE UN rasgo que se atribuye a los solitarios que no es cierto al ciento por ciento. Si lees a Horacio o a Fray Luis, o a Lope, G贸ngora y Quevedo cuando se ponen horacianos, se dir铆a que la persona que se retira del mundo es una persona que abandona toda vanidad y le da igual la opini贸n de los dem谩s. Se supone que el solitario deja de actuar, que est谩 por encima de toda la mezquiner铆a del aqu铆 y del ahora, pero eso es falso, al menos en mi caso. Yo act煤o todo el d铆a. No queda ya espejo al que no me haya mirado, ni retrovisor nuevo que no haya ojeado, ni m谩scara que me haya quedado sin probar. Siempre estoy haciendo cosas para gustarme y caerme bien, soy una gigantesca operaci贸n de marketing dirigida a m铆 mismo.
Realmente qu茅 astracanada es esta existencia.