Me escribe una chica de Instagram preguntando por qué me he definido en una entrada del blog como “bobo estepario”. Le respondo así:
Porque me noto un Batania “predominante” que considera a la soledad como una medalla que solo pueden ponerse los héroes; como una declaración de guerra que los-que-nos-damos-cuenta-de-lo-que-pasa lanzamos contra la sociedad. “Me basto a mí mismo”, dice ese discurso que mira desde arriba, “mira qué grande soy y en cambio qué peste de conchabeos, amiguismos y medias verdades sois vosotros”. Este Batania está pasmado ante la belleza de la soledad, es un snob de ella, y ni siquiera se da cuenta de que la soledad como timbre de gloria del escritor o el sabio es un tópico antiquísimo, que nació con la misma literatura, y en cualquier caso un tópico barato, porque la soledad no garantiza la calidad literaria. Este es el Batania Uno. Existe otro u otros Batanias que, al contrario, se dan cuenta de que la soledad te lleva a construir un sótano y después otro sótano y otro sótano, es una situación que a veces te calcina mentalmente, te cierra los estímulos y te convierte en una persona malhumorada, cascarrabias, inhumana. Este el Batania que sufre, que está harto de su soledad, de masticar su soledad, de la desesperación a que te lleva. Y además esa soledad es una soledad falsa, porque el solitario sigue pensando en los demás, su independencia no es tan independiente como se presupone. Este proceso no termina aquí. Surge ahora un tercer Batania, el de la síntesis hegeliana, que se da cuenta de que, realmente, discutir sobre si la soledad es un bien o un mal es absurdo, porque la razón de que los solos de mi raza estemos solos es que no tenemos órganos sociales para estar acompañados. Toda la vida he estado solo y la única diferencia que noto es que, a partir de los 40 años, esta situación ha crecido hasta hacerse irreversible. Este Batania concluye: no es que hayas elegido la soledad, pobre poeta, sino que estás condenado a ella, no sabes vivir en otro sitio. ¿Y qué es una persona que presume de soledad pero en realidad no la soporta y que, en todo caso, está condenado a ella? ¡Pues un “bobo” estepario, porque para llegar a lobo hace falta más garra, más ganas de sangre y menos pamplina!!!